"Los que se enamoran de la práctica sin la teoría...son como los pilotos sin timón ni brújula, que nunca podrán saber a dónde van"
Leonardo Da Vinci

miércoles, 6 de octubre de 2010

FUTBOL: Más ciencia que arte

Una pelota de fútbol pierde entre el 30% y el 40% de su velocidad poco después de recibir el impacto de un puntapié.
Esto se debe a la fuerza de roce que ejerce el aire sobre el balón: mientras mayor es la velocidad inicial, más rápida es la velocidad a la que se frena el cuerpo. Sin embargo, los futbolistas han aprendido intuitivamente a combatir las leyes de la física, como por ejemplo el jugador brasileño Roberto Carlos que golpe el balón con el lado externo de su pie izquierdo generando una gran cantidad de movimiento giratorio.
Dicho desplazamiento genera una fuerza aerodinámica que hace que el balón se desplace a más de 30 metros por segundo y a 600 revoluciones por minuto, generando una diferencia de presión que lo empuja hacia el lado opuesto del disparo, generando un cambio de trayectoria similar a un latigazo de hasta cuatro metros, lo que en definitiva causa el efecto conocido en el fútbol como “comba”. Esto permite que el balón se dirija primero hacia afuera y luego se “redirija” hacia el arco, engañando a la barrera, a la defensa y al arquero.
El efecto de espiral aparece después de unos 40 metros con un balón. Cuando la pelota pierde velocidad, el "efecto Magnus" se hace más pronunciado, lo que finalmente genera un espiral, a lo que llamamos "comba". Esta situación se da en tiros de larga distancia y altas velocidades (cerca de 100 km/hr).

Mientras más rápido se lanza un tiro penal, más posibilidades de convertir.
Para que la pelota ingrese al arco, debe ir a una velocidad de entre 90 y 104 km/hr., según el investigador de la U. Liverpool, John Moore, quien calculó cómo debe ser un tiro ideal. Cualquier velocidad mayor aumenta la posibilidad de fallar, mientras un tiro más lento ayuda a que el arquero ataje. A estas velocidades el balón recorre los 11 metros de distancia que separan al punto penal del arquero en apenas 4 décimas de segundo. Estudios realizados en las universidades británicas Bath y Sheffield Hallam señalan que en estas circunstancias el 80% de los tiros terminan en la red y que la probabilidad de atajar para el arquero es de sólo del 10%. El restante 10% corresponde a tiros que dan en el travesaño o que salen fuera de la cancha.
El arquero, por su parte, tiene sólo 450 milisegundos para tomar una decisión sobre el lugar al cual dirigirse para intentar atajar la pelota. Para ello, deben ser capaces de anticipar la postura corporal del atacante. Si logran hacerlo correctamente, su probabilidad de éxito es de 80%. Ken Bray recalca el hecho de que todo arquero debe lanzarse antes de que la pelota sea disparada para tener una chance de atraparla y explica que resulta clave observar el pie de apoyo del atacante: 85% de los penales se dirigen en la misma dirección a la que apunta ese pie. La otra clave es el ángulo de la cadera: si la cadera está abierta y apunta hacia un lado específico del arco, lo más probable es que el tiro se dirija en esa dirección. En cuanto al lanzador, moverse rápidamente a lanzar el tiro -menos de tres segundos tras el pitazo del árbitro- pone el factor sorpresa de su lado, mientras que demorarse más de 13 segundos hace que el arquero tenga más control sobre la situación.

Mirar video en: http://www.youtube.com/watch?v=w4Bo7A8U9tc&feature=player_embedded

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